2008-07-02

Un pequeño mito tomado de los cuentos morales del Mahabharata

El Rey, el Gavilán y la Paloma

Había una vez una hermosa paloma que estaba siendo perseguida por un feroz gavilán. La paloma le pidió al rey Vrishadarbha de Varanasi que le diera protección. El amable rey le dijo, «¿Por qué estás tan asustado pequeño amigo?» La paloma le respondió que el gavilán estaba a punto de destrozarlo. El rey le dijo a la paloma, «Yo haré todo lo que pueda para defenderte y protegerte, aún si me cuesta mi propia vida. Sin duda los dioses te han enviado a mi como una prueba».

Entonces el gavilán fue con el rey y le dijo, «Mira, comprendo que seas compasivo, y que hayas prometido a la paloma que arriesgarías tu propia vida para salvar la suya. Pero yo soy un gavilán y los gavilanes comen palomas. Si no me como una paloma, puedo morir de hambre. Si eres de verdad compasivo, me pondrás la paloma a la mano para que me la pueda comer. Entonces nos ilvidamos de toda esta situación».

Entonces el rey le dijo, »Oh gavilán, tú puedes volar a donde quieras, ¡por qué no te comes otra cosa? ¿Por qué no una rana. o un buey o cualquier otro animal?» El gavilán le contestó que no estaba en su naturaleza comer vacuno o rana o nada más, sino palomas. En ese momento el gavilán se puso muy impaciente y dijo, «Si estás tan preocupado por proteger a la paloma, ¿por qué no me ofreces un poco de tu propia carne en una cantidad igual al peso de la paloma?» El rey estuvo de acuerdo en hacerlo para asombro d su corte.

Así que la paloma fue pesada en una báscula y el rey se cortó trozos de su propia carne hasta tratar de igualar su peso, pero el ave siempre pesaba más. El rey continuó haciéndolo hasta que quedó el esqueleto y aú el ave seguía pesando más.

De repente, los cielos se abrieron y empezó a llegar una música celestial que inundó el palacio del rey. Los dioses habían contemplado toda la historia y estaban profundamente conmovidos por la gran lealtad del rey de mantener su promesa a una humilde paloma. Cayó una nube de néctar del cielo y el rey recuperó su saludable forma anterior. El propio Indra bajó del cielo en un carro y se llevó al rey vivo al cielo más alto.

Indra les dijo a todos los que estaban allí, «Una cosa es hacer una promesa y mantenerla. Pero otra es mantener la promesa hasta el punto de sacrificarse uno mismo. Quien se pone en riesgo por ayudar a otro es un verdadero amigo de los dioses». Y todos los que escuchen esta historia serán bendecidos: quien la cuente, será bendecido por partida doble.


J. F. Bierlein, El Espejo Eterno, Tr. Leticia de Legarreta Castrejón, Editorial Oberon, Madrid, 2001, Págs. 172-173

1 comentario:

Paco. dijo...

¿Que?, no me digas que estas esperando que ahora baje Indra y te lleve a los cielos?, vamos a EKA!!!