2008-06-20

Solo un recuerdo

Ocurrió en los últimos meses de 1998. Aún sin haber acabado el último año de secundaria ingresé a la universidad por una modalidad llamada Primera Opción. Un simple proceso de admisión dividido en dos etapas: un exámen escrito de una dificultad mucho menor al exámen externo regular y una entrevista personal en caso ocuparas una de las 200 vacantes (creo) de la etapa previa. No recuerdo ni la hora ni la fecha exacta, pero yo estaba sentado en una vereda frente a la puerta principal de la universidad. Esperaba a que me llamaran, al igual que las otras casi veinte personas que también estaban ahi. Tal vez sea poco creible pero no estaba nervioso. Por alguna extraña razón tenía la suficiente confianza en que iba a ingresar. Fue por eso que al estar sentado ahi me daba la absoluta libertad de pensar en los enormes ojos y afilados dientes que tienen las musarañas. Bueno, para ser sincero también trataba de deducir la razón por la cual la universidad nos obligaba a vestir un ridículo polo amarillo a aquellos que habíamos alcanzado una vacante. Nunca la encontré. Si me hubiesen dicho que era para evitar que un chofer distraido me atropellara por la noche lo hubiese entendido. Pero la entrevista era de día y como nunca más utilicé ese polo después de aquella ocasión siempre la consideré una de las prendas mas inútiles que haya tenido. Hubiese seguido divagando con mis pensamientos de lo más tranquilo pero fui abruptamente interrumpido. De repente una chica se sentó a mi lado y me saludó. Me cogió de sorpresa dado que, de los conocidos que tenía que habían ingresado conmigo, ninguno había sido citado para ser entrevistado ese mismo día, pero como ella me había saludado con tanta naturalidad iba a ser de muy mala educación si no le respondía el saludo, y así lo hice. Fue una conversación corta, pero muy amena. Aún sin conocerme compartió sus planes conmigo. Ella esperaba ingresar a letras, estudiar un par de ciclos y luego trasladarse a la nueva facultad de música que se rumoreaba la universidad iba a abrir al año siguiente. Me sorprendió que a la edad que tenía estuviese tan segura de lo que quería (tiempo después me di cuenta de que no era sorpresa sino envidia porque yo no supe lo que realmente quería hasta pasados muchos años). Seguimos conversando, riéndonos y disfrutando de simpáticas anécdotas como el par de escolares que éramos (o que empezabamos a dejar de ser) pero, inevitablemnte, aquel intercambio de jóvenes ideas tuvo que terminar. Un vigilante de la universidad salió de su pequeña oficina a decirnos que formáramos una fila a medida que fuésemos llamados por nuestros nombres. Nos deseamos suerte y nos despedimos. Una hora después la busqué entre la gente que también salía conmigo y lamentablemente no la encontré. Nunca más la volví a ver en mi vida y tampoco recuerdo su nombre. Pero eso no es lo que me entristece. Como sabrán los que estudiaron conmigo en esa universidad, la facultad de música que ella esperaba no fue creada al año siguiente. Tampoco al sub siguiente. Terminé de estudiar mi carrera y la esperada facultad aún no existía. Luego de casi 10 años de aquella conversación tengo noticias de que la Escuela Superior de Música de mi ahora ex universidad iniciará sus actividades en agosto de este año. Definitivamente un poco tarde para lo que ella quería.

¿Por qué me animé a escribir sobre este breve encuentro? No lo sé. Simplemente me acordé de ella. De su cabello corto y sonrisa preciosa. Me preguntó que habrá sido de su vida. ¿Habrá estudiado música en otro lado o finalmente se resignó a dedicarse a algo que le gustara menos? Sinceramente espero que le esté yendo bien, sea lo que sea que haga. ¿Por qué me pregunto estas cosas tanto tiempo después? No estoy seguro. No creo que por haberla visto solo una vez me haya enamorado perdidamente. Y es poco probable que ese supuesto amor adolescente haya durado tanto tiempo enterrado en lo más profundo de mi sin que me de cuenta de ello. Creo que me hago estas preguntas solo por una razón. Simple e inocente curiosidad.

2008-06-15

La Compañia Que Necesitamos

Hay momentos en que uno simplemente necesita estar solo. Momentos en los cuales la familia y los buenos amigos ya realizaron todo lo que está a su alcance sin haber cumplido su cometido. Solo pido un poco de paz, pero la ciudad hace oídos sordos a mi súplica. Busco un refugio y finalmente la noche me lo brinda. Finalmente creo estar solo pero no me siento así. Sin embargo, no me molesta. Parece que en el fondo no deseo estar tan solo como pensaba. Doy gracias a ese algo. A partir de ahora la noche tiene un nuevo significado para mi.




Copia cromógena a partir de película negativa color digitalizada

Cámara Holga 120N
Formato 6x6 cm (negativo original), 3x2 (proporción, modificada digitalmente)
Película Fujifilm Superia 100
Dimensiones 25 x 16.67 cm (c/fotografía)